SIN QUE VENGA LA NIEBLA
Quiero que sepas, por encima de todo,
que no entiendo el sentido de este amor:
las noches frías de un invierno enclaustrado
o el calor agobiante de estas tardes
cuando paseo y recuerdo los lugares que anduvimos juntos.
La mañana con viento en el Alcázar
y tu falda volaba como lo hacen las hojas de los sauces.
Quiero que sepas, si no es mucha molestia,
que te echo de menos:
tus risas, tus cabellos, tus detalles pendientes de un hilo,
aquel abrazo lento y fugitivo en la esquina del parque
con un te quiero mucho y una lágrima.
Recuerdo que tus pasos en la acera
iban dejando sombras, y hasta melancolía,
porque no es posible querer y ser querido
sin que venga la niebla
y difumine entonces tus risas, tus cabellos,
y ese quiero que sepas que te quiero.