Tierra de Ahulema
viernes, 23 de julio de 2010
XLIX
El peregrino, desde un rincón del despertar:
camina hasta la raíz de la palabra,
busca el germen original,
cruza del páramo de su piel,
desgaja el sudor de los dedos,
desmenuza el alma agrietada,
baña las dunas de su voz,
calma la sed de su espíritu,
no recuenta más agostos,
reanima el hogar desbrozado,
reúne a sus muertos cada tarde,
duerme lejos de la nostalgia,
baja de la cruz los temores,
deshiela los brazos, los labios,
arranca espinas de su médula,
quema el rastrojo de los odios,
guarda la voz que le revive,
lanza los gritos contra el muro,
abre la esclusa de los vientos,
desborda la bruma del sueño,
engulle el furor del insomnio,
tiñe sus lágrimas de azul,
vive, puntual, junto a sus dioses,
siembra la tierra de su corteza.
Se reconoce en quién es.
ANTONIO LINARES FAMILIAR
NOCTURNO
Cada noche de invierno era un monólogo con la escarcha que devolvía el sonido de los pasos sobre el quebradizo hielo, como si la oscuridad despertara en cada huella y escapase al doblar una esquina.
El aire, inmóvil bajo las luces de la calle, buscaba plegarse sobre sus hombros.
En el camino, con manos inquietas, sacaba tiempos del bolsillo, alguno deshilachado, otro enhebrado en algún cabello demasiado largo para ser suyo; cada uno con su color, tintado por diferentes soles, todos desprendidos de la edad ceñida en su ropa, igual que el musgo busca los nortes, y al caer tras él devuelven su eco al chocar contra la nada.
Caminaba despacio, siempre de regreso, pendiente de alguna luna, de toda sombra, la suya, enredada en el adoquinado; caminaba despacio, siempre de regreso, con la obediencia que imprime la rutina; hasta que bajo el arco de su puerta sus pasos se injertaron con otra sombra, más pequeña, sentada, ajena al frío, de la que nacía una mirada desde el olvido, desde la infancia, la suya.
Como el brillo de un acero a contraluz, la noche se clavó sobre su espalda, inclinó su figura hacia aquella mirada de su niñez, tomó su mano, se reconoció en ese tacto de albor, y amagó con una sonrisa, mueca de alivio.
Aquella noche de invierno, fue un diálogo sobre la escarcha que guardaba el sonido de los pasos sobre el quebradizo hielo.
Tras la puerta, dos sombras unieron sus tiempos para alejarse entre la memoria.
ANTONIO LINARES FAMILIAR
jueves, 22 de julio de 2010
ITINERARIO II
Contengo el hielo en mi vientre,
amamanto su médula
en cada gesto
y su naturaleza se filtra
en mi sangre;
entre mis dedos leo el camino,
alimento al centauro
y a los fantasmas del Este,
los que vuelan con la tormenta.
Sobre la espalda de la roca
extiendo mi piel y aguardo
el viaje del tiempo a este lugar
sin sueño.
ANTONIO LINARES FAMILIAR
Poema invitado: "El fragmento" SEAMUS HEANEY
"La luz vino del Este -cantaba-,
Deslumbrante garantía de Dios, y las olas se amansaron.
Veía los promontorios y los batidos acantilados.
Con frecuencia, por su señalado valor, el destino perdona
a hombre
a quien todavía no ha señalado".
Cuando le relataron su objeción:
que se había venido abajo y se iba
sin dejarles nada a lo que asirse, su primer y último verso
ni aquí ni allí.
"¿Desde cuándo -preguntó-
son el primer y último verso de cualquier poema
donde el poema empieza y termina?"
de LUZ ELÉCTRICA
miércoles, 21 de julio de 2010
PLANTEAMIENTO
Tengo la certeza de llegar, casi siempre, a destiempo; de ubicarme a contramano en el sentido de la corriente; de ocultarme tras unas gafas negras, bajo un paraguas, en cualquier andén; de estar deshaciendo maletas para regresar a los lugares de los que no vengo.
Soy lector de despedidas en las que abandono la memoria, mientras aguardo que la sombra alcance algún minutero, o que el pasado me reencuentre tras cualquier esquina.
No tengo atisbos de ser una persona rencorosa, mucho menos vengativa. La ecuanimidad y la empatía parecen familiares lejanos.
Sé que, sólo, se trata de pereza.
ANTONIO LINARES FAMILIAR
domingo, 18 de julio de 2010
Poema invitado: "Lo que nos une" HÉLÈNE DORION
Lo que nos une está ligado al viento, a la arcilla en que sumimos de pronto nuestras vidas para que se despierten como un cuerpo en otro cuerpo. Cada cosa así esculpida, cada cosa así habitada.
¿No escribimos acaso más que con los ojos cerrados, con una sombra colgada del brazo, -una ola entonces flotaría, inimaginable vértigo del alma yendo más allá de sí misma, y sabemos si ella regresará algún día, esa alma deslumbrada de tierra?
martes, 13 de julio de 2010
Poema invitado: "Mnemósyne" GONZALO ROJAS
3 meses entré en la mujer aérea, en un servicio
gozoso, carta a carta, 3
la olfateé desnuda en cada pétalo contra
los motores, me envicié
de aceite, compuse palomas
palpitantes en loor
deun ritmo blanco encima
de los diez mil hasta la asfixia-crucero y
dos pezones, ya se sabe: gran rapto
por Júpiter, de un Heathcliff
ya viejo, de una Catherine
a media lozanía,
de qué,
de quién, de cuál hermosura,
tres
que no sé meses de qué la besé, la entré
tartamudeante, la anduve, me hice tobillo
de sus tobillos todo Buenos Aires.
de Qué se ama cuando se ama
Gracias Gemma
Hace hoy ocho años no imaginaba lo que la vida puede cambiar. Un día conoces a alguien que se cuela por un rincón y todo parece cobrar sentido y ubicarse donde realmente le corresponde. Alguien que te tiende la mano y te invita a recorrer un camino, con un paisaje totalmente distinto a lo contemplado con anterioridad.
Así, despacio, día a día, compartes y disfrutas de la vida, de una vida que jamás antes hubiera pensado que existía.
Gracias Gemma, por todo este tiempo compartido, por ser Alíah y por dar sentido a Ahulema.
Gracias Gemma, por todo este tiempo compartido, por ser Alíah y por dar sentido a Ahulema.
lunes, 12 de julio de 2010
X
Surge la mañana,
desde el embudo que aleja la noche
lleno de olor a muerte,
vacío de vida en su lodo;
surge la mañana,
con el redoble del avance
expuestos al ojo que aguarda
en nuestro horizonte,
la voz que nos llama
cuando el día se curva;
surge la mañana,
el olor nos sujeta al barro,
a esta excusa
que se alimenta de podredumbre
y me pregunto
qué saben estos muertos de mi.
ANTONIO LINARES FAMILIAR de En Tierra de Nadie
sábado, 10 de julio de 2010
Primer Encuentro
Ajeno a otros despertares
el viajero extiende su mano
en busca de la piel
escondida tras una sonrisa diferente;
un rostro que anuncia
ser palabra en la mirada,
lienzo constructor de un tiempo
iluminado por el surco de su lengua,
que se despliega sobre el cuerpo
y así alejar toda sombra
que surgiera en el camino.
El recién llegado,
por su parte,
ofrece su historia
donde anide la caricia descubierta
en futuras madrugadas.
ANTONIO LINARES FAMILIAR de Camino de Alíah
jueves, 8 de julio de 2010
Poema invitado: "No querría morir" BORIS VIAN
No querría morir
Antes de haber conocido
Los perros negros de México
Que sueñan sin dormir
Y los monos de desnudo trasero
Hambrientos en los trópicos
Y las arañas de plata
En sus nidos de burbujas
No querría morir
Sin saber si la luna
Con su falso aire de tuna
Tiene un lado picudo
Y si el sol es frío
Y si las cuatro estaciones
Son realmente cuatro
Y sin haber probado
A salir con un vestido
A arbolados paseos
Y sin haber mirado
Por el ojo de una alcantarilla
Y sin haberme puesto un vestido
En rinconcetes raros
No querría acabar
Sin conocer la lepra
O las siete enfermedades
Que se cojen allá abajo
Y lo bueno y lo malo
Me darían igual
Si si si supiera
Que tendría aguinaldo
Y también ezizte
Todo lo que conozco
Todo lo que aprecio
Y que sé que me gusta
El fondo verde del mar
Donde bailan los tallos de alga
Sobre la arena ondulada
Y la hierba tostada de junio
La tierra que se agrieta
El olor de los pinos
Y los besos de ella
Que esto que lo otro
Qué guapa que allí está
Mi querida Ursula
No querría morir
Antes de haber usado
Su boca con mi boca
Su cuerpo con mis manos
Con mis ojos el resto
Y ya no digo es preciso
estar muy respetuoso
No querría morir
Sin que sean inventadas
Las rosas eternas
La jornada de dos horas
El mar en la montaña
La montaña en el mar
El fin del dolor
Los diarios en color
Los niños bien contentos
Y tantas cosas más
Que duermen en los cráneos
De ingenieros geniales
De jardineros joviales
De sesudos socialistas
De urbanos urbanistas
Y de pensativos pensadores
Tantas cosas que ver
A ver y a z-entender
Tanto tiempo esperar
Y en lo oscuro buscar
Y yo que veo el fin
Que gruñe y que se acerca
Con su gesto torcido
Y que me abre sus brazos
De rana patituerta
No querría morir
No señor no señora
Antes de haber tocado
El gusto que me atormenta
El gusto que es el más fuerte
Antes de haber gustado
De la muerte el sabor...
martes, 6 de julio de 2010
Jorge de Arco habla de La Escalera de Caracol
En la revista Piedra del Molino, editada en la localidad de Arcos de la Frontera, dentro de su número de Primavera de 2010, el poeta Jorge de Arco habla de La Escalera de Caracol y otros poemas
Muchas gracias Jorge
Muchas gracias Jorge
lunes, 5 de julio de 2010
TARDE EN EL CAFÉ
No hay demasiada luz, es la deshora del día cuando la luz pierde su definición entre los cardinales.
Tras el ruido de lo habitual, náufrago de lo cotidiano, en un rincón del local con vistas a la calle, un hombre habla.
De oscuro, con la mirada baja, traza líneas con el dedo sobre el mármol del velador.
Habla.
Deja que el café se enfríe como se enfrían la tarde y los pasos de las almas.
Habla.
Hasta que levanta la vista, y frente a él encuentra una mirada, la suya, la del que ya no es.
Ahora, calla.
ANTONIO LINARES FAMILIAR
Poema invitado: "V" JOSÉ RAMÓN TRUJILLO
Estaba allí, dormida, en las pequeñas cosas,
en el tacto amargo de la luz sobre los ojos,
en la respiración sobrecogida del día
en el minuto oscuro anterior a la tormenta.
Estaba allí, agazapada, como esperando
algo, no sé, quizá un descuido, agazapada
en el grano de sal de las noches y en la cal
debajo de las uñas tras arañar el tedio.
¿Estaba allí? ¿O acaso fui a su encuentro? No sé.
Era una voz (como el amor) espléndida e inútil.
"Abandona tu casa", me dijo. ("¿Era una voz?")
Vino a buscarme y era (como el amor) inmerecida.
de El Reino. Ed. Visor
sábado, 3 de julio de 2010
Elisenda N. Frisach, de UNDERDOGS, habla de La Escalera de Caracol
Reseña aparecida en UNDERDOGS, Magazine de Arte, tendencias y otras debilidades humanas.
En tiempos de crisis, volver a las fuentes puede servir para adquirir perspectiva, para recuperar un sentido de caudal, continuidad y pertenencia. Y, sobre todo, para dar un paso más allá, evolucionar y cambiar, pues la ignorancia, o, peor, las consignas inadvertidamente asumidas, llevan siempre a la repetición del error, y la capacidad de renovarse es directamente proporcional a la de indagar en la diferencia.Redescubrir a William Butler Yeats resulta, entonces, proverbial, ya que supone hablar de un hombre de su tiempo, que, como el nuestro, fue un período de cambios típicamente fin de siècle, donde la caída de los valores anteriormente establecidos se suplió con la búsqueda de nuevas coordenadas, bien fuera por medio de un regreso a los orígenes, bien por la adopción de visiones marginales, iconoclastas o foráneas. Es sintomático que en la vida y obra de este poeta, dramaturgo y ensayista tuvieran cabida aspectos tan variopintos como el renacimiento nacional de su país; las leyendas célticas sobre hadas y gnomos de su infancia; la lectura de Shelley, Blake o Swedenborg; el teatro japonés noh; la orden hermética de la Aurora Dorada, o la masonería de los Rosacruz, por citar sólo algunos de los más eclécticos. Esta amalgama de influencias conforma una voz única, propia del rabioso individualista que fue, amante de las mujeres y del lujo, aprendiz de mago y empresario teatral, luchador por Irlanda y anacoreta, dandy ególatra y místico.
La editorial gallega Linteo publicó en enero, en una exquisita y muy recomendable edición bilingüe, brillantemente traducida y prologada por el profesor de inglés y poeta Antonio Linares Familiar, la que quizá sea la obra de plenitud del escritor, La escalera de caracol y otros poemas, una colección de rimas honda y bella, tan críptica, sugerente e inquietante como emotiva, una muestra de la potencialidad de la poesía para erigirse en espacio de indagación preternatural, de consagración y de epifanía pero, también, una constatación del talento del autor para aportar una visión lúcida, simultáneamente melancólica e irónica, de la existencia, expresada en su repulsa de la mediocridad y en su deseo –¿o convicción?– de permanencia tras la muerte.
El poemario se divide en tres partes: la que da título al conjunto, Words for music perhaps y A woman young & old. La primera de ellas se asienta sobre una sutil concatenación de imágenes simbólicas, con la torre y la escalera de caracol que da acceso a su cima al frente, como alegoría de la imaginación humana, de la alambicada unión del alma con la mente, pero también del lazo espiritual, cultural e intelectual de algunas personas (los clarividentes, los guías), para, escalón a escalón, hacer ascender al conjunto de la raza, depositaria de la sabiduría ancestral de nuestros predecesores, a fin de coronar el conocimiento del mundo y superar sus limitaciones hacia la eternidad. Los cisnes, la luna, el agua, la espada… vuelven a aparecer en sus versos para devenir instrumentos de la relevación en lo cotidiano, para construir la imagen del poeta como un hombre maduro y desencantado de su contemporaneidad, quien, desde su atalaya (moral, intelectual e incluso física, dadas su edad y su residencia de la época, la torrecilla de Coole Park), reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la historia y la memoria en tanto deudoras de éste, y sobre la muerte, destino último.
Respecto a Words for music perhaps, un lenguaje más sencillo, basado en los versos populares, de rimas musicales y breves, recoge temas como el amor, la soledad, la vejez… Es decir, las eternas inquietudes filosóficas del ser humano son expuestas de manera sensible y conmovedora a fin de producir en el lector un buscado efecto de empatía y catarsis.
Finalmente, A woman young & old supone la asunción del yo poético de varias máscaras, principalmente la femenina, con las que erigir, a través del relato de la plenitud y la decepción amorosas, una composición compleja y experimental, mezcla de poesía narrativa y teatro poético de raigambre shakesperiana y griega.
Yeats indagó de forma constante en las raíces que perfilaban la idiosincrasia de su comunidad, mediante las cuales trascendió hacia una espiritualidad universal vinculada al subconsciente individual y al inconsciente colectivo junguiano. Su poesía, misteriosa y metafísica, de una sensualidad densa y precisa, quedaría marcada por la simbología de las ciencias ocultas, el contexto modernista de sus años de juventud y los incipientes -ismos de sus años de madurez, lo que haría emerger una de las producciones poéticas más fascinantes, inclasificables e influyentes del siglo XX.
En tiempos de crisis, volver a las fuentes puede servir para adquirir perspectiva, para recuperar un sentido de caudal, continuidad y pertenencia. Y, sobre todo, para dar un paso más allá, evolucionar y cambiar, pues la ignorancia, o, peor, las consignas inadvertidamente asumidas, llevan siempre a la repetición del error, y la capacidad de renovarse es directamente proporcional a la de indagar en la diferencia.Redescubrir a William Butler Yeats resulta, entonces, proverbial, ya que supone hablar de un hombre de su tiempo, que, como el nuestro, fue un período de cambios típicamente fin de siècle, donde la caída de los valores anteriormente establecidos se suplió con la búsqueda de nuevas coordenadas, bien fuera por medio de un regreso a los orígenes, bien por la adopción de visiones marginales, iconoclastas o foráneas. Es sintomático que en la vida y obra de este poeta, dramaturgo y ensayista tuvieran cabida aspectos tan variopintos como el renacimiento nacional de su país; las leyendas célticas sobre hadas y gnomos de su infancia; la lectura de Shelley, Blake o Swedenborg; el teatro japonés noh; la orden hermética de la Aurora Dorada, o la masonería de los Rosacruz, por citar sólo algunos de los más eclécticos. Esta amalgama de influencias conforma una voz única, propia del rabioso individualista que fue, amante de las mujeres y del lujo, aprendiz de mago y empresario teatral, luchador por Irlanda y anacoreta, dandy ególatra y místico.
La editorial gallega Linteo publicó en enero, en una exquisita y muy recomendable edición bilingüe, brillantemente traducida y prologada por el profesor de inglés y poeta Antonio Linares Familiar, la que quizá sea la obra de plenitud del escritor, La escalera de caracol y otros poemas, una colección de rimas honda y bella, tan críptica, sugerente e inquietante como emotiva, una muestra de la potencialidad de la poesía para erigirse en espacio de indagación preternatural, de consagración y de epifanía pero, también, una constatación del talento del autor para aportar una visión lúcida, simultáneamente melancólica e irónica, de la existencia, expresada en su repulsa de la mediocridad y en su deseo –¿o convicción?– de permanencia tras la muerte.
El poemario se divide en tres partes: la que da título al conjunto, Words for music perhaps y A woman young & old. La primera de ellas se asienta sobre una sutil concatenación de imágenes simbólicas, con la torre y la escalera de caracol que da acceso a su cima al frente, como alegoría de la imaginación humana, de la alambicada unión del alma con la mente, pero también del lazo espiritual, cultural e intelectual de algunas personas (los clarividentes, los guías), para, escalón a escalón, hacer ascender al conjunto de la raza, depositaria de la sabiduría ancestral de nuestros predecesores, a fin de coronar el conocimiento del mundo y superar sus limitaciones hacia la eternidad. Los cisnes, la luna, el agua, la espada… vuelven a aparecer en sus versos para devenir instrumentos de la relevación en lo cotidiano, para construir la imagen del poeta como un hombre maduro y desencantado de su contemporaneidad, quien, desde su atalaya (moral, intelectual e incluso física, dadas su edad y su residencia de la época, la torrecilla de Coole Park), reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la historia y la memoria en tanto deudoras de éste, y sobre la muerte, destino último.
Respecto a Words for music perhaps, un lenguaje más sencillo, basado en los versos populares, de rimas musicales y breves, recoge temas como el amor, la soledad, la vejez… Es decir, las eternas inquietudes filosóficas del ser humano son expuestas de manera sensible y conmovedora a fin de producir en el lector un buscado efecto de empatía y catarsis.
Finalmente, A woman young & old supone la asunción del yo poético de varias máscaras, principalmente la femenina, con las que erigir, a través del relato de la plenitud y la decepción amorosas, una composición compleja y experimental, mezcla de poesía narrativa y teatro poético de raigambre shakesperiana y griega.
Yeats indagó de forma constante en las raíces que perfilaban la idiosincrasia de su comunidad, mediante las cuales trascendió hacia una espiritualidad universal vinculada al subconsciente individual y al inconsciente colectivo junguiano. Su poesía, misteriosa y metafísica, de una sensualidad densa y precisa, quedaría marcada por la simbología de las ciencias ocultas, el contexto modernista de sus años de juventud y los incipientes -ismos de sus años de madurez, lo que haría emerger una de las producciones poéticas más fascinantes, inclasificables e influyentes del siglo XX.
Por Elisenda N. Frisach
Con todo mi afecto, agradezco a Elisenda y a todo el equipo de UNDERDOGS la crítica a La Escalera de Caracol y otros poemas
jueves, 1 de julio de 2010
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