Tierra de Ahulema

Tierra de Ahulema

sábado, 30 de abril de 2011

Fallece ERNESTO SÁBATO




In Memoriam


Rojas, Provincia de Buenos Aires 24 de junio de 1911 - Santos Lugares, 30 de abril de 2011

jueves, 28 de abril de 2011

Poeta invitado: FINA GARCÍA MARRUZ Premio Reina Sofía de Poesía 2011


Y SIN EMBARGO SÉ QUE SON TINIEBLAS

Y sin embargo sé que son tinieblas
las luces del hogar a que me aferro,
me agarro a una mampara, a un hondo hierro
y sin embargo sé que son tinieblas.

Porque he visto una playa que no olvido,
la mano de mi madre, el interior de un coche,
comprendo los sentidos de la noche,
porque he visto una playa que no olvido.


Cuando de pronto el mundo da ese acento
distinto, cobra una intimidad exterior que sorprendo,
se oculta sin callar, sin hablar se revela,


comprendo que es el corazón extinto
de esos días manchados de temblor venidero
la razón de mi paso por la tierra.


miércoles, 27 de abril de 2011

FONDO DE ARMARIO



Recuerdo en mi calle aquel niño que tenía el traje de oficial del 7º de Caballería, le recuerdo, también, con aquellas canicas blancas que entre todos llamábamos americanas; recuerdo aquel adolescente de la mano de la chica más guapa del barrio, mientras otros nos ocultábamos tras la timidez del acné; recuerdo ese joven que disponía de un descapotable cuando algunos usábamos el bono bus.
Desde ese último recuerdo han pasado muchos inviernos, un día me enteré que un hombre de mi calle, una mañana abrió su armario y allí guardó, entre los restos de un traje de oficial del 7º de Caballería, unas canicas blancas, cartas de una niña que fuera guapa y las llaves de un descapotable, su niñez, su adolescencia y su juventud; después cerró con llave aquel mueble y lanzó su desnudez desde un cuarto piso.



© ANTONIO LINARES FAMILIAR

lunes, 25 de abril de 2011

In Memoriam GONZALO ROJAS

GONZALO ROJAS

(Lebu, 20 de diciembre de 1917 – Santiago, 25 de abril de 2011)




CONTRA LA MUERTE

Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y siniestra con tal de prosperar en mi negocio.

No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.

¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?

Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento allá abajo.

No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.

Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, pero no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.

Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.

domingo, 24 de abril de 2011

Revista Poe+ nº 9 MONOGRÁFICO FOTOPOEMAS

ESCENA DE VERANO

Agosto parecía agonizar sin desprenderse de las bocanadas de calor, arrastrando, como un paréntesis, el aire por respirar.
Casi derrotado por el sopor, bajo la higuera, el libro a un lado y al fondo las chicharras, la vista se desdibujaba hasta una rama donde la naturaleza mostraba un fractal de su realidad (Mahler en el reproductor irrumpió como un vaporetto acariciando la niebla de Venecia).

Detuve la somnolencia en la rama; una tela de araña con sus perfectas simetrías alojaba una mariposa, derrotada tras el esfuerzo de fuga, a su lado la anfitriona rodeaba a la presa hasta encontrar ese ángulo preciso por el que inocularía sus enzimas y después devorar al lepidóptero.
Agosto agonizaba como agonizaba la mariposa, despojada de sus colores por la mandíbula de Aracné (como agonizaba Aschenbach en el Lido). Ya no había cuerpo de mariposa en la tela, sólo una extraña silueta en cruz.
Sonaron las campanas de San Luís, tocaban por ese muerto que las esquelas de la plaza ya habían anunciado.
Las chicharras callaron y una sombra avanzó sobre las horas, como avanzó la misma sombra de lógica que mostraba los restos de mariposa en cruz, o aquella otra, tal vez la misma, que hiciera agonizar mi fe de otras cruces y otras campanas, con soplos de alguna oración mientras me alejaba de iglesias e incensarios.
De allí, de los muros de San Luís salió el cortejo oscuro, recortado sobre el camino hacia un hueco en el camposanto, donde el fallecido, con la certeza de la sinrazón, trazará la línea del olvido entre los que le acompañan
Un ruido me hizo despertar de la modorra. El gato había trepado por la higuera, árbol de venganzas; entre sus zarpas asomaban los estertores de una araña (mientras Mahler y Aschenbach se despedían de la evocación, entre las olas, de un joven a trasluz).

Huí del paréntesis de calor (ya no había Lido, no había nieblas, Mahler silenciado, el reproductor se había parado hace tiempo), sólo había campanas y cruces, y el hueco que cubría mi lógica más allá de estas pisadas hacia mi cementerio.


© ANTONIO LINARES FAMILIAR

jueves, 21 de abril de 2011

INVISIBILIDADES




Invisible.

Había llegado a los cincuenta años de manera invisible.

Invisible para su marido, invisible para sus hijos; una invisible que hacía que su casa permaneciera siempre visible. Invisible para el trabajo fuera del hogar desde el segundo parto; invisible para tomar el café con alguna antigua amiga: Invisible.
Su habitual samsara se completaba, puntual, con el ciclo diario de los gestos establecidos por el tiempo, las palabras acordadas por la erosión del silencio, la educación forjada por el establecimiento de la dejadez del cansancio. En esa rueca tejía la cápsula donde albergar una sonrisa íntima para acariciar su sombra.

Acostumbrada, como la piel descuidada al frío, encontró alivio en los programas de confesiones televisivas ante los que, muda, desarrollaba un ejercicio de comparación entres aquellos testimonios y su propia realidad. Ahí empezó a oír términos lejanos para su realidad: sms, chat, ciber... y tan próximo a la de sus hijos a los que había oído mencionar esas palabras en alguna ocasión cuando hablaban delante del ordenador, un aparato más al que la única función que la había encontrado era, hasta el momento, limpiarlo.

Conocidos los términos, apareció la curiosidad y tras ella el impulso a satisfacerla; y, tras ese paso, el deslumbramiento por lo nuevo. Un chat y alguien que te entra en privado; y un ¿qué tal? y un ¿de dónde eres?, y otro privado; la confusión de la visibilidad en el anonimato.

La soledad doméstica se difuminaba con la nueva ventada donde los amigos fluían con facilidad. Una cuenta en msn y un espacio más privado donde la intimidad se abría; ¿tienes foto? y la piel parecía resucitar, ¿cómo estás vestida?, abandonando pudores y vergüenzas.

(Problema matemático.-

Resuelve la siguiente adición:

tiempo + soledades + alivio + nuevas amistades + bromas + deseo de huir + cibercoqueteo + ganas de sentir = ¿?.

La respuesta es: UNA CITA.)

Y ahí estaba, con la ropa nueva que había comprado a espaldas de su invisibilidad, ante el ventanal de la cafetería donde se había citado, al otro lado el hombre. Ella sonrió.

Invisible en su hogar, invisible a marido, hijos y vecindario. Invisible ante los programas de confesiones, ahora, frente al televisor, cuando hablan de sms, chat, msn o ciber, se hace un poco más invisible, mira de reojo al ordenador y se dedica una sonrisa invisible a los demás.



© ANTONIO LINARES FAMILIAR

Kenneth Branagh recita Dulce Et Decorum Est de WILRED OWEN





Wilfred Owen
Dulce Et Decorum Est

Bent double, like old beggars under sacks,
Knock-kneed, coughing like hags, we cursed through sludge,
Till on the haunting flares we turned our backs
And towards our distant rest began to trudge.
Men marched asleep. Many had lost their boots
But limped on, blood-shod. All went lame; all blind;
Drunk with fatigue; deaf even to the hoots
Of disappointed shells that dropped behind.

GAS! Gas! Quick, boys!-- An ecstasy of fumbling,
Fitting the clumsy helmets just in time;
But someone still was yelling out and stumbling
And floundering like a man in fire or lime.--
Dim, through the misty panes and thick green light
As under a green sea, I saw him drowning.

In all my dreams, before my helpless sight,
He plunges at me, guttering, choking, drowning.

If in some smothering dreams you too could pace
Behind the wagon that we flung him in,
And watch the white eyes writhing in his face,
His hanging face, like a devil's sick of sin;
If you could hear, at every jolt, the blood
Come gargling from the froth-corrupted lungs,
Obscene as cancer, bitter as the cud
Of vile, incurable sores on innocent tongues,--
My friend, you would not tell with such high zest
To children ardent for some desperate glory,
The old Lie: Dulce et decorum est
Pro patria mori.

miércoles, 20 de abril de 2011

Poeta invitado: JOSE ÁNGEL VALENTE "El Temblor"


La lluvia
como una lengua de prensiles musgos
parece recorrerme, buscarme la cerviz, bajar,
lamer el eje vertical,
contar el número de vértebras que me separan
de tu cuerpo ausente.

Busco ahora despacio con mi lengua
la demorada huella de tu lengua
hundida en mis salivas.

Bebo, te bebo
en las mansiones líquidas
del paladar
y en la humedad radiante de tus ingles,
mientras tu propia lengua me recorre
y baja,
retráctil y prensil, como la lengua
oscura de la lluvia.

La raíz del temblor llena tu boca,
tiembla, se vierte en ti
y canta germinal en tu garganta.

XXXV




Así es la muerte:
no hay triunfo
no hay derrota
sólo dejar de ser lo que he sido;

sin ceremonias,
desapercibido,
uno más en la lista cotidiana
ajeno al boato,
sin cumplir alguna promesa
o un cigarro a medias.

Así es la muerte:
no hay triunfo
no hay derrota,

otro paso,
a cualquier hora.


© ANTONIO LINARES FAMILIAR

martes, 12 de abril de 2011

NEODESARROLLISMO



El asfalto asoma a contracorriente,
traza una besana correspondida
por tanto caminar que recorta los abrojos
abre la vía a la intermitente luz de tanta mirada;

flores de alquitrán
beben de las acequias
calman la sed a las diez alturas
del último bloque;

las dudas se reciclan
en compost de animal nocturno
mientras esperan un permiso municipal;

las bocas recuperan un de-sol-a-sol
trazado por espinas digitales
en soporte de metacrilato
donde ya no arden sarmientos;

escenario en high-definition,
inquietud a cámara lenta
entre rostros medidos en píxeles
y alcorques huérfanos de raíces.

Ahora la noche acalla sus pasados
para cegar sus futuros.


© ANTONIO LINARES FAMILIAR

Poeta invitado: PIER PAOLO PASOLINI "Al Príncipe"




Si regresa el sol, si cae la tarde,
si la noche tiene un sabor de noches futuras,
si una siesta de lluvia parece regresar
de tiempos demasiado amados y jamás poseídos del todo,
ya no encuentro felicidad ni en gozar ni en sufrir por ello:
ya no siento delante de mí toda la vida…
Para ser poetas, hay que tener mucho tiempo:
horas y horas de soledad son el único modo
para que se forme algo, que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para dar estilo al caos.
Yo, ahora, tengo poco tiempo: por culpa de la muerte
que se viene encima, en el ocaso de la juventud.
Pero por culpa también de este nuestro mundo humano
que quita el pan a los pobres, y a los poetas la paz.

de La religión de mi tiempo

viernes, 8 de abril de 2011

EN LA CALLE




EN LA CALLE


Siempre le había gustado el olor que deja la piel de mandarina entre sus dedos, pensaba que así llevaba una primavera entre sus manos, un olor dulzón y pegajoso que reportaba algo de niñez a ese rostro tan excesivamente avejentado que distraía su auténtica edad.

Siempre le había gustado el olor de mandarina en sus manos, como si le devolviera las brisas que se perdieron tras sus espaldas.

Siempre se había buscado en ese olor. Por eso, ahora, mientras arrastra los pies empujando lo que fuera un carrito, cuando termina de rebuscar en las contenedores aquello que sólo él considera útil, saca una piel de mandarina de alguna de sus bolsas de plástico y con extraña delicadeza la frota, intentando arrancar las huellas de herrumbre y abandono, sobre sus manos y el gesto recupera un lejano brillo en su mirada.


© ANTONIO LINARES FAMILIAR

martes, 5 de abril de 2011

Poeta invitado: RUDYARD KIPLING "Si.."



If

IF you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise:
If you can dream - and not make dreams your master;
If you can think - and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two impostors just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools:
If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: 'Hold on!'
If you can talk with crowds and keep your virtue,
' Or walk with Kings - nor lose the common touch,
if neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And - which is more - you'll be a Man, my son!


Si

Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
pierde la suya y por ello te culpan,
si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan,
pero admites también sus dudas;
si puedes esperar sin cansarte en la espera,
o ser mentido, no pagues con mentiras,
o ser odiado, no des lugar al odio,
y -aun- no parezcas demasiado bueno, ni demasiado sabio.
Si puedes soñar -y no hacer de los sueños tu maestro,
si puedes pensar -y no hacer de las ideas tu objetivo,
si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre
y tratar de la misma manera a los dos farsantes;
si puedes admitir la verdad que has dicho
engañado por bribones que hacen trampas para tontos.
O mirar las cosas que en tu vida has puesto, rotas,
y agacharte y reconstruirlas con herramientas viejas.
Si puedes arrinconar todas tus victorias
y arriesgarlas por un golpe de suerte, y perder,
y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir nada de lo que has perdido;
si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
para jugar tu turno tiempo después de que se hayan gastado.
Y así resistir cuando no te quede nada
excepto la Voluntad que les dice: «Resistid».
Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,
o pasear con reyes y no perder el sentido común,
si los enemigos y los amigos no pueden herirte,
si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
si puedes llenar el minuto inolvidable
con los sesenta segundos que lo recorren.
Tuya es la Tierra y todo lo que en ella habita,
y -lo que es más-, serás Hombre, hijo mio.


Traducción de Luis Cremades

lunes, 4 de abril de 2011

Poeta invitado: JOSÉ LUIS ZÚÑIGA "Entre recuerdos"

JOSÉ LUIS ZÚÑIGA (1949 - 2011) IN MEMORIAM
Recuerdo aquellos días
en que el silencio era un grito de amor.
Recuerdo calles nada solitarias
y en medio dos personas que eran,
por simple azar, hombre y mujer,
o tal vez niño y niña sorprendidos
en pleno trance de vivir.
Recuerdo aquellos días, sonriendo,
tu pelo al viento sobre el acantilado,
recuerdo la risa triste del adiós,
la certeza festiva del periódico, el ímpetu
de la mañana en punto del domingo.
Te recuerdo en la estación perdida,
en el vagón cargado de deseos,
tan húmedo el andén, tantos rumores
de viajeros incógnitos, pañuelos
escribiendo la historia más banal.
Te recuerdo cada suspiro involuntario,
cada relámpago atravesando
nuestra anatomía, leve caricia
de la lengua, leve clamor de estrellas,
súbita somnolencia tras la pasión furtiva,
lo recuerdo; afilado cuchillo
ciego ante el precipicio,
un salto en el vacío, un beso, una esperanza
colmando el horizonte terrenal de mis días.

Oh, sí, yo lo recuerdo,
imagen amarilla, amor, amor...

viernes, 1 de abril de 2011

XXXVIII




XXXVIII

Sujeto al pomo, antes de entrar
en la nueva calle, el peregrino:

se da la vuelta y endereza
un resto de aliento generador
para que entre el ábrego, enraíce
como piedra huérfana de camino
y olvide la memoria meretriz;

se da la vuelta, se reconoce,
absuelve el mirar de sombras yermas,
devora las espinas, rompe
sobre la mesa cada amanecer
extendido sobre flor de acanto;

se da la vuelta, saca su alma
establece el derribo de los muros,
y aventa las manos de cenizas
para liberar a los dioses privados
de todo golpe de remordimiento;

se da la vuelta, crea y nombra
en ese horizonte por engendrar
huellas de un mar siempre imposible
y el hueso de la niebla, donde acudan
ciervos blancos desde la tierra por descubrir.


© ANTONIO LINARES FAMILIAR

Poeta invitado: MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN "Hölderlin 71"




I


Venenosa paz
la de los árboles lentos
es posible morir
de olvido y perdón
el eucalipto huele a invierno
la mimosa anochecida
amortaja
cerca el mar es una red azul
llena de muchachas carnales
veleros resucitados por el verano
los vientos
esparcen los eructos de una Europa
mediocre y feliz
borradas las estelas de los dioses diluidos
nos queda el pan y el vino
mientras agonizamos


II


Ya se diluyeron los dioses
aquellos días en que a su luz
la realidad parecía ser propicia
ahora
el áspero fieltro del horizonte
las ruinas de los deseos
sus cascotes
de ladrillos en perpetuo derribo
todo conduce a la mediocre
ternura
por un desamparo compartido
hijos
de la ira sin padres suficientes
abandonados por el absoluto
fugitivos del paraíso
desahuciados para la rehabilitación
no venderemos el alma al dinero
ni a la Historia
¿nos bastará el pan y el vino
la entrega sospechosa de otro cuerpo
pasajero?
o la constante tentación del suicidio
esa tenaz insistencia de héroes
subempleados.

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