Gamoneda llama a la revolución (
Diario de León - 10/10/2012 )
Los premios Cervantes Antonio Gamoneda y Mario Vargas Llosa durante el homenaje que recibieron en la Biblioteca Nacional.
© pacho rodríguez
madrid 10/10/2012
Si los premios se ejercen, Antonio Gamoneda lo hizo ayer en la Biblioteca Nacional de España. Y fue un Gamoneda en estado puro, que, ante la situación actual en todos los órdenes, reclamó otro tipo de intervención, pero para los escritores: «Ahora mismo, ante el dolor español y planetario de una pobreza que comporta hambre y muerte, nuestro lenguaje ha de ser poética y moralmente subversivo. Y nuestra conducta», dijo. Y el público aplaudió al final como no tenía previsto hacerlo en un acto de estas características.
Se homenajeaba a los premios Cervantes en la institución más antigua de España, que cumple 300 años desde su creación, en un acto patrocinado por la Fundación Repsol. Y allí estaban, por supuesto, su directora Gloria Pérez-Salmerón; el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, todo un premio Nobel como Mario Vargas Llosa, que compartía escenario con el poeta leonés, y los actores Marisa Paredes y Asier Etxeandía, que sedujeron con la lectura de los textos de algunos de los premiados. Antes, se proyectaron imágenes y se pudieron ver todos los retratos de los galardonados con el premio Cervantes y que cuelgan en las paredes de las salas de la biblioteca como homenaje a los autores.
Todos hablaron, arriba o abajo del escenario, pero a Gamoneda le salió un manifiesto intelectual. Certero, ético y que movió a la concurrencia de sus asientos, algunos con la tentación de ponerse en pie. Porque lo que hizo Gamoneda fue transportar la coyuntura cervantina a los tiempos actuales. Y lo hizo a las primeras de cambio, sin perder el hilo y con sentido. Y diríase que, salvo para él, de manera inesperada en lo rutinario en este tipo de celebraciones. Y es que, esta vez, lo llevaba escrito, como admitió, «para no perderme en esos silogismos míos que luego no se entienden», explicó.
Denuncia del dolor
Para posicionar a los escritores en la utilidad social, el autor de Libro del frío, afirmó que «los escritores amamos la paz». Y ante la denuncia del dolor, la pobreza y el hambre que algunos viven en la actualidad, fue entonces cuando reclamó esa subversión intelectual y cultural de la mano de los escritores. También reclamó Gamoneda que, como autores, se haga presente la conciencia literaria: «Los escritores sabemos que en nuestra conciencia receptiva dispuesta a contemplar este hermoso accidente que es la vida, sin conciencia no hay creación», prosiguió. Antes, Gamoneda había explicado que «toda significación cervantina es la de nuestro amor y respeto a la persona de Miguel de Cervantes. Español genial, tristemente viviente en una España polarizada en el poder económico, bien monárquico, eclesial o feudal, y en la pobreza, propietaria esta tan solo de la indefensión, el hambre y el analfabetismo». Por eso, Gamoneda aludió a la figura de Don Quijote como un trasunto, «autoreferente», del propio Cervantes», y rescató de nuevo los versos del poeta turco Nazim Hikmet en los que se refiere al personaje como El caballero de la Eterna Juventud / obedeció, hacia la cincuentena, / a la verdad que latía en su corazón. / Partió una bella mañana de julio/ para conquistar lo bello, lo verdadero y lo justo.
Al respecto, Gamoneda remarcó que «Don Quijote es una bella locura, una creación liberadora de don Miguel de Cervantes, Porque don Miguel, para vivir, tenía que ofrecerse a la muerte en los mercados de las batallas en los enfrentamientos de intereses de los poderosos», dijo.
Al final del acto, Mario Vargas Llosa elogió la interpretación ofrecida por Gamoneda en torno a Don Quijote y la obra cervantina. Y Marisa Paredes se acercaba con interés hacia el autor de la lejana Sublevación inmóvil. Quería estar cerca del poeta que con caminar lento había cruzado el escenario para hablar en el estrado, que había elogiado la figura de Vargas Llosa, como «alguien capaz y más sobradamente preparado para representar a todos los colegas presentes», según dijo. Y que, tras mucho silencio, saludó «afectuosamente» a todo el mundo. Fue entonces cuando hizo sonar despacio, palabra a palabra, su voz. Una voz para pedir la palabra como escritores y ser «incruentos como Don Quijote, numantinamente resistentes, pacíficamente revolucionarios, queridos escritores cervantinos, amigos todos, hay que luchar con los molinos de viento». El impacto de sus palabras tuvo eco suficiente como para que José María Lassalle destacara el necesario poder de la cultura «para ser una nación que no se resigna».
Gracias al Diario de León y, sobre todo, a Pacho Rodríguez por esta información del acto celebrado en la Biblioteca Nacional de España ayer 9 de Octubre, en el que se homenajeó a Antonio Gamoneda y a Mario Vargas Llosa como premios Cervantes.