LA PAZ DE TU PALABRA
“Aunque yo muera siempre habrá un testigo”
Leopoldo de Luis
La luz se va extinguiendo.
Mientras, laten los ojos,
se doblegan las sombras, se
despide la tarde
que amansa el corazón. El corazón
que mueve
el mundo lentamente. Ya nadie ignora,
nadie,
que la alegría cuesta más que el
silencio, más
que alcanzar ese cielo de
promesas y púrpuras.
No basta la nostalgia ni tampoco
este ocaso,
ni asomar la mirada por los muros
ajenos,
como perros hambrientos, como
incómodos huéspedes
que habitan en la noche los
lugares de otro.
La luz se va extinguiendo. Pero
me queda aún
el sur de tu memoria, la paz de
tu palabra,
una línea vencida a ras de tu alfabeto,
una sola manera de inaugurar los
días,
delirantes y lábiles, testigos
para siempre
de tu verso pulsante, de tu voz
compañera.