Almacenaba agendas desde hacía tiempo. Las colocaba sincrónicamente en las estanterías. Si te fijabas, podías ver los diferentes colores y medidas que compró hasta que cierto año encontró el modelo que le resultaba más adecuado para su propósito.
Las ordenaba con mimo, todas sin escribir, incluso algunas con el envoltorio transparente sin quitar.
Sólo las tenía para recordar tantos olvidos, todas las cosas que había dejado sin hacer.
© ANTONIO LINARES FAMILIAR
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