JOAQUÍN ORTEGA PARRA (1934 - 2011)
El buen doctor, en ciertas ocasiones,
mirando por encima de sus gafas,
me ve tan natural, tan muertohablante,
que cree que estoy curado. Se imagina
que soy un muerto, al fin, todoterreno:
que valgo para todo y para nada.
Y entonces me receta unos consejos
que tomaré con Seltz a media tarde:
No es bueno navegar contracorriente.
No conviene leer a tus poetas
de flexo y madrugada. No conviene
pedir ayuda a Dios, ¡qué disparate!
(Están sin resolver los atentados
de Atocha, aquí en Madrid, y los de Londres).
No dejes que el domingo te domine.
Escribe este verano algunos versos.
Una adicción, la tuya, que precisas
dejar muy poco a poco. (Luego, pasa
que incides nuevamente en tu fracaso).
¡Si al menos fueras Dios! ¡Pero ni eso!
Solo, no más, tú eres un mandanga.
Un pobre pastorcillo de las nubes.
Un muerto que no sirve para nada.
(2005)
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