Paul Auster
Ed. Anagrama
Sí, he llegado con seis años de
retraso a la lectura de The Brooklin Follies, espero que me
disculpen aquellos que la leyeron cuando el libro estaba en la sección de
novedades de cualquier librería, pero ese retraso no ha sido ningún obstáculo
para disfrutar del placer de este panorama neoyorkino en el que los personajes
provocan al lector un gesto de complicidad en cada una de sus historias.
Cada una de esas historias está
guiada, como un viaje en el que lleva de la mano al lector, por el personaje
principal, Nathan Glass, un agente de seguros retirado, que acaba de superar un
cáncer de pulmón y se reinstala en su Brooklin natal, él será el hilo conductor por el
que nos vamos introduciendo en su barrio, en su gente, en sus pensamientos, sus
deseos y que parece convertirse en una especie de hada madrina del resto de los
personajes con los que conforma un perfecto clan.
Un grupo de gente capaz de ver
siempre el lado más positivo de cualquier vivencia y poniendo en solfa, con sus
actitudes vitales, cualquier contratiempo, todo ello con una gran profundidad
vital en cada uno de los personajes, como si se les hubiera encomendado ser el rostro amable y luminoso dentro de una tragedia, y la facilidad de los mismos para ser parte
imprescindible de una correa de transmisión humana que es la novela.
Todo ello con un final dominado
por el pulso literario de Auster, tan
ajeno a los finales abiertos, un final que provoca un shock en el lector al
confluir en él tanto el anverso como el reverso de la vida, el cuento de hadas
que pone los pies en la tierra al lector y nubla en cierta medida la sonrisa
que ha prevalecido a lo largo de toda la novela.
Un autor a leer Paul Auster. Acabo de leer 'Diario de Invierno'y está muy bien. No sé si lo has leído, por si acaso, te dejo algún fragmento: "Sin duda eres una persona precaria y dolida, un hombre que lleva una herida en su interior desde el principio mismo (¿por qué, si no, te has pasado toda tu vida adulta vertiendo palabras como sangre en una hoja de papel?...
ResponderEliminarJoubert: "El fin de la vida es amargo". Menos de un año después de escribir estas palabras, a los sesenta y un años, edad que en 1815 debía parecer mucho más avanzada que hoy se considera, anotó una formulación distinta sobre el fin de la vida que invita a la reflexión: "Hay que morir inspirando amor (si se puede). Te conmueve esta frase, sobre todo las palabras entre paréntesis, que a tu modo de ver muestran una gran sensibilidad de espíritu, adquirida con gran esfuerzo, sobre lo difícil que resulta inspirar amor, en particular para alguien que está en la vejez, que se está sumiendo en la decrepitud y se encuentra al cuidado de otros. Si se puede. Probablemente no exista mayor logro humano que merecer amor al final... No puedes pronosticar lo que ocurrirá cuando llegue el día en que te metas en la cama por última vez, pero si no desapareces súbitamente como tu padre y tu madre, quieres morir inspirando amor. Si puedes.
Tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes sesenta y cuatro años. Afuera, la atmósfera es gris, casi blanca, no se ve el sol. Te preguntas: ¿Cúantas mañanas quedan?
Se ha cerrado una puerta.
Otra se ha abierto.
Has entrado en el invierno de tu vida."
Muchas gracias Mari Carmen por tu comentario, lo comparto encantado, y enhorabuena por tu blog. Un saludo y mis mejores deseos
ResponderEliminar'Diario de Invierno' es un Auster menor! No acabo de pillar ese recurso a la segunda persona para hablar de sí mismo. Aún así, es Paul Auster!!!!
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