Guerra civil y postguerra, el paisaje perfectamente delimitado y descrito, el paso del tiempo, las causas de lo anterior y sus efectos, la vida como consecuencia de todo ello, la bóveda que alberga a los personajes que habitan Región, el páramo donde se encuentra una extraña clínica abandonada, aparentemente, salvo por la presencia del doctor Daniel Sebastián y una paciente, hija del Coronel Gamallo (el "conquistador de Región"), con la que mantiene un diálogo que emerge entre los rencores, las frustraciones, los rumores, los dramas familiares o las leyendas que someten aquella tierra y sus habitantes, son los elementos que sustentan la geografía literaria de Volverás a Región.
Todo en un golpe de dolor, de miseria humana, como metáfora de la Guerra Civil y su postguerra uniformada y claustrofóbica, áspera como áspera es la sensación que provoca al lector que cae atrapado por la escritura sólida, sin alardes hueros, contundente, con el vocabulario perfecto y rico que Juan Benet nos ofreció en esta su primera novela (1968), la obra donde forja su territorio: Región, un lugar casi inaccesible donde «el viaje no puede ser más desconsolador: una llanura sin encanto, una meseta pobre y seca cortada al norte por el farallón calizo que sólo puede coronarse con la cuerda; y por el este un desierto de ardiente yeso salpicado de rocas basálticas, descompuestas y afiladas, que al parecer la Sierra ha ido soltando con desgana...», un lugar tan inaccesible como el interior de los que en esta novela aparecen, tan desgarrados como las aristas de las montañas que hacen de frontera, física y moral, de Región.
"En mi opinión, Benet, junto con Valle-Inclán y Rafael Sánchez Ferlosio, son, hasta hoy, los únicos casos sólidos de invención literaria propiamente moderna que ofrece la narrativa castellana del siglo(...)Cada uno de los libros de Benet es un interrogante que puede ser respondido por una o más novelas, así como de cada drama de Esquilo han nacido cien nuevos dramas.
ResponderEliminarSiendo así que entiendo las novelas de Benet como un punto de arranque y no de llegada, es natural que me produzcan la misma sensación que debía suscitar un retablo gótico en el observador decimonónico: signos de un espíritu primitivo, más fuerte e infinitamente más próximo a lo real; modelo de una ya casi imposible armonía entre el arte y la técnica, condenadas como están a superponerse y extinguirse en una muerte mutua.
'Lecturas compulsivas', Félix de Azúa. Un saludo.
Mil gracias por el comentario y la aportación que haces Mari Carmen. Comparto con Azúa el hecho de que la obra de Benet, tras su lectura, es un punto de inflexión en el lector que sacude su integridad provocándole, provocándonos, el deseo de iniciar más historias.
EliminarUn cariñoso saludo.