Reseña aparecida en UNDERDOGS, Magazine de Arte, tendencias y otras debilidades humanas.
En tiempos de crisis, volver a las fuentes puede servir para adquirir perspectiva, para recuperar un sentido de caudal, continuidad y pertenencia. Y, sobre todo, para dar un paso más allá, evolucionar y cambiar, pues la ignorancia, o, peor, las consignas inadvertidamente asumidas, llevan siempre a la repetición del error, y la capacidad de renovarse es directamente proporcional a la de indagar en la diferencia.Redescubrir a William Butler Yeats resulta, entonces, proverbial, ya que supone hablar de un hombre de su tiempo, que, como el nuestro, fue un período de cambios típicamente fin de siècle, donde la caída de los valores anteriormente establecidos se suplió con la búsqueda de nuevas coordenadas, bien fuera por medio de un regreso a los orígenes, bien por la adopción de visiones marginales, iconoclastas o foráneas. Es sintomático que en la vida y obra de este poeta, dramaturgo y ensayista tuvieran cabida aspectos tan variopintos como el renacimiento nacional de su país; las leyendas célticas sobre hadas y gnomos de su infancia; la lectura de Shelley, Blake o Swedenborg; el teatro japonés noh; la orden hermética de la Aurora Dorada, o la masonería de los Rosacruz, por citar sólo algunos de los más eclécticos. Esta amalgama de influencias conforma una voz única, propia del rabioso individualista que fue, amante de las mujeres y del lujo, aprendiz de mago y empresario teatral, luchador por Irlanda y anacoreta, dandy ególatra y místico.
La editorial gallega Linteo publicó en enero, en una exquisita y muy recomendable edición bilingüe, brillantemente traducida y prologada por el profesor de inglés y poeta Antonio Linares Familiar, la que quizá sea la obra de plenitud del escritor, La escalera de caracol y otros poemas, una colección de rimas honda y bella, tan críptica, sugerente e inquietante como emotiva, una muestra de la potencialidad de la poesía para erigirse en espacio de indagación preternatural, de consagración y de epifanía pero, también, una constatación del talento del autor para aportar una visión lúcida, simultáneamente melancólica e irónica, de la existencia, expresada en su repulsa de la mediocridad y en su deseo –¿o convicción?– de permanencia tras la muerte.
El poemario se divide en tres partes: la que da título al conjunto, Words for music perhaps y A woman young & old. La primera de ellas se asienta sobre una sutil concatenación de imágenes simbólicas, con la torre y la escalera de caracol que da acceso a su cima al frente, como alegoría de la imaginación humana, de la alambicada unión del alma con la mente, pero también del lazo espiritual, cultural e intelectual de algunas personas (los clarividentes, los guías), para, escalón a escalón, hacer ascender al conjunto de la raza, depositaria de la sabiduría ancestral de nuestros predecesores, a fin de coronar el conocimiento del mundo y superar sus limitaciones hacia la eternidad. Los cisnes, la luna, el agua, la espada… vuelven a aparecer en sus versos para devenir instrumentos de la relevación en lo cotidiano, para construir la imagen del poeta como un hombre maduro y desencantado de su contemporaneidad, quien, desde su atalaya (moral, intelectual e incluso física, dadas su edad y su residencia de la época, la torrecilla de Coole Park), reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la historia y la memoria en tanto deudoras de éste, y sobre la muerte, destino último.
Respecto a Words for music perhaps, un lenguaje más sencillo, basado en los versos populares, de rimas musicales y breves, recoge temas como el amor, la soledad, la vejez… Es decir, las eternas inquietudes filosóficas del ser humano son expuestas de manera sensible y conmovedora a fin de producir en el lector un buscado efecto de empatía y catarsis.
Finalmente, A woman young & old supone la asunción del yo poético de varias máscaras, principalmente la femenina, con las que erigir, a través del relato de la plenitud y la decepción amorosas, una composición compleja y experimental, mezcla de poesía narrativa y teatro poético de raigambre shakesperiana y griega.
Yeats indagó de forma constante en las raíces que perfilaban la idiosincrasia de su comunidad, mediante las cuales trascendió hacia una espiritualidad universal vinculada al subconsciente individual y al inconsciente colectivo junguiano. Su poesía, misteriosa y metafísica, de una sensualidad densa y precisa, quedaría marcada por la simbología de las ciencias ocultas, el contexto modernista de sus años de juventud y los incipientes -ismos de sus años de madurez, lo que haría emerger una de las producciones poéticas más fascinantes, inclasificables e influyentes del siglo XX.
En tiempos de crisis, volver a las fuentes puede servir para adquirir perspectiva, para recuperar un sentido de caudal, continuidad y pertenencia. Y, sobre todo, para dar un paso más allá, evolucionar y cambiar, pues la ignorancia, o, peor, las consignas inadvertidamente asumidas, llevan siempre a la repetición del error, y la capacidad de renovarse es directamente proporcional a la de indagar en la diferencia.Redescubrir a William Butler Yeats resulta, entonces, proverbial, ya que supone hablar de un hombre de su tiempo, que, como el nuestro, fue un período de cambios típicamente fin de siècle, donde la caída de los valores anteriormente establecidos se suplió con la búsqueda de nuevas coordenadas, bien fuera por medio de un regreso a los orígenes, bien por la adopción de visiones marginales, iconoclastas o foráneas. Es sintomático que en la vida y obra de este poeta, dramaturgo y ensayista tuvieran cabida aspectos tan variopintos como el renacimiento nacional de su país; las leyendas célticas sobre hadas y gnomos de su infancia; la lectura de Shelley, Blake o Swedenborg; el teatro japonés noh; la orden hermética de la Aurora Dorada, o la masonería de los Rosacruz, por citar sólo algunos de los más eclécticos. Esta amalgama de influencias conforma una voz única, propia del rabioso individualista que fue, amante de las mujeres y del lujo, aprendiz de mago y empresario teatral, luchador por Irlanda y anacoreta, dandy ególatra y místico.
La editorial gallega Linteo publicó en enero, en una exquisita y muy recomendable edición bilingüe, brillantemente traducida y prologada por el profesor de inglés y poeta Antonio Linares Familiar, la que quizá sea la obra de plenitud del escritor, La escalera de caracol y otros poemas, una colección de rimas honda y bella, tan críptica, sugerente e inquietante como emotiva, una muestra de la potencialidad de la poesía para erigirse en espacio de indagación preternatural, de consagración y de epifanía pero, también, una constatación del talento del autor para aportar una visión lúcida, simultáneamente melancólica e irónica, de la existencia, expresada en su repulsa de la mediocridad y en su deseo –¿o convicción?– de permanencia tras la muerte.
El poemario se divide en tres partes: la que da título al conjunto, Words for music perhaps y A woman young & old. La primera de ellas se asienta sobre una sutil concatenación de imágenes simbólicas, con la torre y la escalera de caracol que da acceso a su cima al frente, como alegoría de la imaginación humana, de la alambicada unión del alma con la mente, pero también del lazo espiritual, cultural e intelectual de algunas personas (los clarividentes, los guías), para, escalón a escalón, hacer ascender al conjunto de la raza, depositaria de la sabiduría ancestral de nuestros predecesores, a fin de coronar el conocimiento del mundo y superar sus limitaciones hacia la eternidad. Los cisnes, la luna, el agua, la espada… vuelven a aparecer en sus versos para devenir instrumentos de la relevación en lo cotidiano, para construir la imagen del poeta como un hombre maduro y desencantado de su contemporaneidad, quien, desde su atalaya (moral, intelectual e incluso física, dadas su edad y su residencia de la época, la torrecilla de Coole Park), reflexiona sobre el paso del tiempo, sobre la historia y la memoria en tanto deudoras de éste, y sobre la muerte, destino último.
Respecto a Words for music perhaps, un lenguaje más sencillo, basado en los versos populares, de rimas musicales y breves, recoge temas como el amor, la soledad, la vejez… Es decir, las eternas inquietudes filosóficas del ser humano son expuestas de manera sensible y conmovedora a fin de producir en el lector un buscado efecto de empatía y catarsis.
Finalmente, A woman young & old supone la asunción del yo poético de varias máscaras, principalmente la femenina, con las que erigir, a través del relato de la plenitud y la decepción amorosas, una composición compleja y experimental, mezcla de poesía narrativa y teatro poético de raigambre shakesperiana y griega.
Yeats indagó de forma constante en las raíces que perfilaban la idiosincrasia de su comunidad, mediante las cuales trascendió hacia una espiritualidad universal vinculada al subconsciente individual y al inconsciente colectivo junguiano. Su poesía, misteriosa y metafísica, de una sensualidad densa y precisa, quedaría marcada por la simbología de las ciencias ocultas, el contexto modernista de sus años de juventud y los incipientes -ismos de sus años de madurez, lo que haría emerger una de las producciones poéticas más fascinantes, inclasificables e influyentes del siglo XX.
Por Elisenda N. Frisach
Con todo mi afecto, agradezco a Elisenda y a todo el equipo de UNDERDOGS la crítica a La Escalera de Caracol y otros poemas
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