Con el frío de la quietud
los guijarros conducen su eco
tras la arcada
donde hubiera maderos
y ahora habita el verdín;
en los muros,
El roce de la estameña anidó
entre jaras y saúcos
en esta liturgia
que llevó las horas a los vitrales.
Ahora, sólo una cripta
sigue fiel a este paisaje
que el tiempo clausuró
al cegar la historia de sus nombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario