Tierra de Ahulema

Tierra de Ahulema

jueves, 25 de noviembre de 2010

VII




Abre el libro, cae la sombra
de adjetivos desnudos y desinencias en blanco,
con el aire de una elipse sacudida
en la fundición del tiempo
sobre un monte agotado de tanto amanecer.

Pasa la página de nuevo,
reaparece el sabor gris de lo ya leído
prendido desde el ángulo de sus dedos
hasta el plomo de la garganta
a donde llega la espiral encendida de un nombre.

Cierra, olvida la lectura,
sumerge su piel entre el vaho de los desencuentros,
templa su lengua con el horizonte
y se desprende de cada estrofa
para arrojarse
contra la médula del sueño.


© ANTONIO LINARES FAMILIAR

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