SOBREMESA
La luz podría dar un tono sepia a la escena, después de que los actores llevaran sus gestos más allá del decorado.
Sobre la mesa, flota el olor de una vela recién apagada, y en el mantel desflorecen pétalos ya cortados.
Miradas inquietas, ya sin disimulo, hacia el reloj.
Cubiertos y platos dispuestos donde las palabras se cruzaron para alimentar reproches bajo la luz de la libélula.
Sobre el tapete, migajas de verbos en pasado que se entrecortan entre las botellas, arrastradas por el gesto abatido de manos y alientos.
En una copa, los labios de la despedida.
Al fondo, dos puertas que se cierran acallan cualquiera aliento que pudiera rezagarse.
Sin despedidas, las miradas inquietas, buscan con alivio su salida.
Acto final.
Telón.
La luz podría dar un tono sepia a la escena, después de que los actores llevaran sus gestos más allá del decorado.
Sobre la mesa, flota el olor de una vela recién apagada, y en el mantel desflorecen pétalos ya cortados.
Miradas inquietas, ya sin disimulo, hacia el reloj.
Cubiertos y platos dispuestos donde las palabras se cruzaron para alimentar reproches bajo la luz de la libélula.
Sobre el tapete, migajas de verbos en pasado que se entrecortan entre las botellas, arrastradas por el gesto abatido de manos y alientos.
En una copa, los labios de la despedida.
Al fondo, dos puertas que se cierran acallan cualquiera aliento que pudiera rezagarse.
Sin despedidas, las miradas inquietas, buscan con alivio su salida.
Acto final.
Telón.
© ANTONIO LINARES FAMILIAR
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