¿Ver a mi Dios morirse
y no morirme yo?
o el amor ya no mata o esto mío
no es amor.
y no morirme yo?
o el amor ya no mata o esto mío
no es amor.
I
En un cofre recamado
quiero guardar este aliento
y, como un gran avariento,
quedar con él encerrado.
Dios no se nos ha acabado,
pero se ha hecho Dios inerte
y, entre fríos, nos advierte,
serena ya su agonía,
que hay alguien que todavía
ama con toda la muerte.
II
Ahí veis a Aquel que viviera
en el corazón de un filo,
dando a la inocencia asilo
y sol a la primavera.
Ahí veis a un Cristo de cera
que debe ser encendido
dentro de cada latido
para que su muerte sea
el principio de una tea
que incendie al mundo aterido.
III
Trémulamente a tus pies
pongo lo mejor que he hecho:
aquel no estar satisfecho
a derechas o al revés.
Es casi nada, pero es
la flor de mis maravillas:
ni charco sin tus orillas;
contigo, océanos de luz.
Lo firmo bajo la cruz
y lo firmo de rodillas.
de LA NUCA DEL MALHECHOR
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