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El no haber sido ni en niñez
ni en juventud, ni en madurez; tampoco
en el dorado péndulo del sueño;
y tanto en la vejez; tan sólo en la vejez:
el saber, los oídos y visiones,
las lecturas de agendas;
una mujer subiendo qué escaleras,
qué dunas, qué potencias.
¡Y sólo en la vejez tocar la dicha
de ser, de ser, de ser;
lo anterior ni soñado ni vivido;
la niñez, madurez, el empezar
tan sólo en la vejez y abrir los ojos
a la hermosura del estar viviendo,
no soñando, y tocarlo todo
en el piano de la vida con las manos y el pie
turnos de gracia.
de Claro decir
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