Sombras de azul y charol
esparcieron semillas de miedo,
cosechas de dolor,
atadas al olvido.
Tras el fuego de inviernos,
sembrados con plomo,
aquellas simientes escarban los años
con dedos marchitos,
reclaman sus nombres
como levadura de fe,
para extenderlos entre nuestros huesos
y abrir las bocas de la razón.
Antonio Linares Familiar
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