Con aquel disparo nunca sabré a quién quise matar. Llovía. Las sombras asomaban por las esquinas de los muebles y bajo las cortinas. Tú disparaste desde tu casa y yo desde la mía, en tiempos diferentes y, ya lo sabes, por causas muy distintas. Cada cual se asesina cuando quiere, y aunque los amigos digan "fue una muerte indigna", me han quedado, en el fondo, ganas de intentarlo de nuevo. Aunque como de costumbre no sepa hacia quién dirigir el cañón de mi retaco.
de A imagen y semejanza
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