(D. H. Lawrence)
La lluvia está en mí. Cae,
cae y fluye,
más allá de la memoria.
El mar está en mí. Golpea,
ay golpea tan profundo,
tan impenetrablemente oscuro,
y de repente brota en un albor nevado,
cual leopardos de nieve que se yerguen
trizando enfurecidos las paredes del alma;
luego de nuevo ruedan partiendo rumorosos
con un eterno duelo de sibilante rabia.
Resuena el viejo mar en el fondo del hombre.
La lluvia está en mí. Cae,
cae y fluye,
más allá de la memoria.
El mar está en mí. Golpea,
ay golpea tan profundo,
tan impenetrablemente oscuro,
y de repente brota en un albor nevado,
cual leopardos de nieve que se yerguen
trizando enfurecidos las paredes del alma;
luego de nuevo ruedan partiendo rumorosos
con un eterno duelo de sibilante rabia.
Resuena el viejo mar en el fondo del hombre.
de El álamo rojo en la ventana
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