A Gemma
Y sobre un pez viaja la calma,
escamas barnizadas de mediodía,
y la boca hacia el este:
de esta forma iniciará cada jornada el caminante.
Abierto, limpio de huellas,
ya no es viajero, intruso,
se desnuda la piel,
llega a la tierra violeta,
abraza la caricia de un suelo firme,
como horizonte cumplido,
sobre pavesas con sabor a ron.
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