En la huida de la serpiente
acuden
los señores de la isla
para bendecir al druida;
mientras
los caminos se estremecen
por el roce del reptil
y la bruma agoniza
en su noche;
sin murmullo
las manos vuelven al hogar,
al fuego vacío que aguarda
otra historia
donde prender
la llama
de su tiempo.
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