Tierra de Ahulema
jueves, 11 de marzo de 2010
XLIX
El peregrino, desde un rincón del despertar:
camina hasta la raíz de la palabra,
busca el germen original,
cruza del páramo de su piel,
desgaja el sudor de los dedos,
desmenuza el alma agrietada,
baña las dunas de su voz,
calma la sed de su espíritu,
no recuenta más agostos,
reanima el hogar desbrozado,
reune a sus muertos cada tarde,
duerme lejos de la nostalgia,
baja de la cruz los temores,
deshiela los brazos, los labios,
arranca espinas de su médula,
quema el rastrojo de los odios,
guarda la voz que le revive,
lanza los gritos contra el muro,
abre la esclusa de los vientos,
desborda la bruma del sueño,
engulle el furor del insomnio,
tiñe sus lágrimas de azul,
vive, puntual, junto a sus dioses,
siembra la tierra de su corteza.
Se reconoce en quién es.
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