En el límite de la trinchera
el oficial levanta el brazo,
va a ordenar el ataque:
ahora todo queda suspendido.
Recostado sobre el talud,
abrigo el hueso de cada recuerdo,
mudo por la tensión
agolpado contra la mirada,
sujeto todas mis huellas
y nos empujo contra el grito
hacia el abrazo con las cenizas de plomo.
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