Tierra de Ahulema
lunes, 22 de marzo de 2010
En un velatorio
Cuerpo sin hurmiento
tus manos acarician
las espinas de la bruma
y el óxido de tu sangre
aventa la piel
mientras pasa el tiempo,
no las horas.
Sabor de acero,
sólo el rostro de las velas
proyecta alivio en tu perfil
tras un aire sencillo
que deshace los caminos de la creencia
cuando ésta ya terminó.
Alimento sin cuerpo
desnuda tu mentira
en la tierra opaca
como espejo de crepúsculo
donde espera
la voz resentida de tu memoria
hasta que grane el barro sobre la madera.
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