Tierra de Ahulema
lunes, 15 de marzo de 2010
Saddest tale
Sombras de voces entre blanco y humo,
los neones facilitan la visión
de la distancia medida con desprecio,
que me permite imaginar
palabras de piel
ceñida por su perfume.
Me instalo en el lugar
donde
con las piernas cruzadas
dirige su mirada, ajena,
para abrigarme con la luz
de un cigarro y el sonido del whisky.
Espero con paciencia
la llamada de la sonrisa que intuyo
e impregnarme de su carmín
como una canción de Billie Holiday,
al ritmo de los murmullos subterráneos
instalados en las mesas vecinas.
Y ella, mi herida, putual como siempre,
desanda la madrugada
para que suspire mi derrota
con el trago de un bourbon con hielo
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