Tierra de Ahulema

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viernes, 12 de marzo de 2010

Poética


José Hierro afirmó que “la poesía no tiene definición, sencillamente porque no es abordable por la razón. Ni el propio poeta que la escribió es capaz de explicarla a los demás, ni de explicársela a sí mismo. El poeta escribe poesía porque sólo con la poesía puede decir aquello que no puede decir”.
En este punto me encuentro para intentar describir mi poética, un país de buenas intenciones; agarrado a la cita anterior recuerdo al melvilliano Bartleby y, como él, “preferiría no hacerlo”.
Resulta complejo explicar la cartografía por la que pueden transcurrir los poemas de un autor, si bien, en mi caso, la clave que podría dar cierta orientación a los mismos la encontraremos en la memoria, en el recuerdo.
Una ceremonia, la de recordar, que permite un dominio, siempre subjetivo, de la historia tanto personal como colectiva; así como la exploración de un terreno propicio para la reescritura, la reinvención de uno mismo y de su entorno, la fantasía de lo que se supuso vivir, la posibilidad de traicionar, deformar o readaptar cualquier suceso, ya sea vivido, imaginado, soñado o deseado, siempre latente en el interior. Un camino de comprensión de uno mismo y de lo que le rodea, la búsqueda de una luz que ilumine la habitación oscura del vivir. Porque no debemos olvidar la fuerza de la memoria que, como escribió Eliot, es capaz de “arrojar y dejar en seco una multitud de cosas retorcidas”.
Sumemos a ese juego de la memoria, es inevitable, la palabra, la propia y, por encima, la que otros han escrito, marcas necesarias en el recorrido, muescas en la mirada, trayecto imprescindible y multidireccional ajeno a líneas estrictas y cánones establecidos, riqueza al fin y al cabo; palabra como herramienta que, recordemos a Carles Riba, “se usa para entendernos y entenderla”. Con ella completamos el juego poético, instrumento manipulador, distorsionador, re-creador en fin.
Con las palabras nos dotamos de vida escrita, construimos la frase, como René Char, “la dotamos de significado para nosotros y para los demás, incluso si se equivocan”.
Palabra, lenguaje, materia para construir como una forma de desafiar incluso a la lógica, juego cuyo fin, como advertía Valente, “supondría nuestra muerte”.
Palabra, lectura, tiempo y memoria, expresiones de tránsito por el atlas de la poesía.

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